Parece obvio saber qué tenemos que hacer en casa cuando tenemos hijos porque, como todo el mundo sabe, cuando nacen nos dan un manual de instrucciones de cómo funcionan y cómo ponerlos a punto en cada momento. Ojalá, ¿verdad?!
Lo que a continuación queremos compartir con vosotros a través de una serie de post, son una pautas que de básicas parecen obvias y simples pero que a nosotros nos gusta recordar: el día a día está lleno de momentos que cuanto más fáciles los hagamos, más sencilla será la convivencia.
Aunque parezca que estas normas aparecen de manera innata o que van apareciendo como por arte de magia ésto no es del todo así. Hasta los tres o cuatro años, más o menos, el aprendizaje de normas por parte de nuestros hijos/as se basará fundamentalmente en la observación de cómo nosotros estructuramos el día, la vida, las rutinas etc. y en ese conjunto de pequeñas pautas que vamos a ir introduciendo poco a poco.
Conforme van creciendo y madurando, aumenta su capacidad de comprensión y cuando nuestros hijos tienen una edad de entender las normas y rutinas de casa (sobre los seis años más o menos de manera general) , es cuando podemos pasar de ser padres directivos a compartir con ellos la dinámica de casa y hacerles partícipes de la misma. En este sentido, sería muy interesantes que antes de poner en marcha estas pautas generales, nos sentemos con ellos para explicarles en qué van a consistir, qué vamos a hacer nosotros, qué deben hacer ellos, qué esperamos qué pase, por qué las ponemos en marcha: en resumen, les vamos a hacer partícipes de los nuevos cambios en el hogar remarcando lo importante que son ellos en casa y lo positivo de que todos colaboremos.
Otra pauta general que pondremos en su conocimiento será cómo vamos a gestionar el uso del móvil, consolas, tablet, ordenador, plataformas de series y películas, y les explicaremos que será a través de un horario: No les vamos a quitar lo que tanto les gusta sino que les vamos a dar la oportunidad de hacer muchas más cosas que no están haciendo o que descubrirían que les gustaría hacer (incluido aburrirse).
El uso de las tecnologías se hará por la tarde durante una hora tras la ducha y antes de cenar siempre y cuando durante la tarde no hayan existido comportamientos negativos y hayan ido haciendo sus deberes (recordad no decirle la famosa frase «en cuanto termines tus deberes coges el móvil, la play…» porque veréis a vuestros hijos/as terminar sus tareas en menos de diez minutos. Le estamos generando un nerviosismo extra y una parte de su cerebro en vez de centrarse en la tarea estará pensando en que cuanto antes termine, antes encontrará su refuerzo).
Esta pauta general que estamos comentando es mucho más compleja y motivo de enfrentamiento entre padres/madres e hijos/as cuando tenemos adolescentes: por eso, no vamos a dar pie a que la retirada de las tecnologías sea por un castigo, sino que en casa se van a cambiar las pautas de actuación y dinámicas por el bien de todos. Y se les explicará muy bien que tienen que atender a otras y que disponer de su tan ansiado móvil no depende de nosotros: ellos son los que eligen o no tenerlo en función de su actitud.
Y ahora viene el gran dilema: “Es que lo necesito para estudiar!!!”. ¿Sí? Bien, debemos tener la paciencia de tener un ordenador a mano en casa para que busquen todo lo que necesitan para estudiar (podremos observar en unos tres días que realmente no lo necesitan tanto como nos dicen). Si les mandan deberes por alguna aplicación online, tan sencillo como apuntarlos en su agenda o en una libretilla. Y en todo caso, asegurarnos de que si realmente lo necesitan, que su ordenador sea únicamente una herramienta de trabajo y no una pantalla en 3D de su IG, su Tik-Tok o su whatsapp.
Vamos a intentar tener unas horas libres de tecnologías.
Es muy recomendable también que los aparatos estén fuera del alcance de los niños, si no sabemos dónde, podemos comprar una caja con candado, o si disponemos de una vecina/o de confianza dejarlos en su casa hasta que los niños se habitúen a que así será la dinámica de casa. En caso contario, las primeras tardes serán de guerrilla en busca de los tesoros perdidos hasta que al final se aburren de intentarlo. El truco está en mantenerse siempre firme (parece fácil, pero no lo es).
El uso y abuso que nuestros niños/as y jóvenes están haciendo de las tecnologías en una problemática que abordaremos también en otro post.
Toda norma, además, requiere de una consecuencia por su incumplimiento: al establecer las normas, debemos establecer qué consecuencias tienen sus incumplimientos. Para ello, en cada casa debemos poner unas consecuencias determinadas en función de las características de los niños, de la edad, de la dinámica familiar, etc.
Las consecuencias pueden ser siempre retirar un estímulo que les guste en vez de imponer un castigo: si ha estado una hora desayunando mirando al techo, no lo vamos a dejar tres días sin televisión, pero sí que podemos decirle que el rato de más que ha estado fuera de las manecillas de su reloj (luego lo veremos), va a perderlo del capítulo de su serie preferida.
Si estamos con un adolescente que se niega a darnos el móvil bajo amenazas y golpes, podemos dejar de pagarlo sin entrar en discusión ninguna: no viene mal recordar que somos nosotros los que pagamos los caprichos de nuestros hijos. O si por ejemplo le decimos que puede estar solo una hora y se tira hora y media, recordarle que al día siguiente esa media hora se le descuenta.
Siempre se les enseña que ellos son responsables de sus conductas y por lo tanto de sus consecuencias.
Otra manera de reforzar la conducta es enseñándoles a conseguir cosas a través de sus acciones: bien sea a través de un sistema de puntos cada vez que cumplen hasta conseguir lo que les gusta (y que nosotros hemos estipulado que cuesta “x” puntos) o dándoles un extra en su paga cuando son más mayores.
Otro detalle importante aunque básico: no cambiamos las normas, no se alteran un día una cosa y otro otra, no pasamos por “pobrecito, que lleva un montón estudiando”, las normas se establecen para llevarlas a cabo durante un tiempo largo.
Por supuesto, el lenguaje que vamos a usar para explicarle todas las normas y pautas, estará adaptado a su edad y será atractivo para ellos, haciendo de lo que vamos a poner en marcha una aventura tremenda para todos los habitantes de la casa (a ver si se nos va a ocurrir sentarlos y soltarles una chapa tremenda y no: algo tendremos que guardar para la adolescencia!).
Si por motivos de trabajo se harán cargo de nuestros hijos/as otras personas, nosotros les explicaremos claramente también cuáles son las normas y cómo tienen que ponerlas en marcha para que independientemente de quiénes estén con nuestros hijos/as lo que nunca varíe sean las normas y dinámicas que dan forma a nuestro hogar.